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3 consejos para adquirir una rampa de accesibilidad a una vivienda

Las personas con problemas de movilidad reducida se encuentran con muchos obstáculos diarios. A veces, un solo escalón o peldaño puede llegar a convertirse en un grave problema para acceder a cualquier sitio. Hoy en día hay cada vez mayor concienciación sobre este problema. Las personas que van en silla de ruedas tienen más facilidades para moverse por las grandes superficies y centros de ocio gracias a su adecuación con ascensores y rampas. Pero ¿ocurre igual con la accesibilidad a una vivienda?

Rampa de accesibilidad

La rampa es un elemento constructivo que se coloca para superar ciertos desniveles y facilitar el paso a personas en silla de ruedas. A la hora de adquirir una, hay que tener en cuenta 3 recomendaciones en base a la normativa para la construcción de rampas accesibles:

1. Como mínimo, el ancho constará de 120 centímetros para poder acceder sin problemas con una silla de ruedas, andador o cualquier otro aparato que asista a la movilidad. Es necesario que sea de directriz recta; en el caso en que se deba hacer alguna curva, esta será muy suave.

2. Es importante tener en cuenta la longitud de la rampa. No debe superar los 9 metros. Una distancia mayor requeriría más esfuerzo para las personas con movilidad reducida. En el caso de que la distancia sea obligatoriamente mayor de 9 metros, por las circunstancias del lugar, dispondrá de algún rellano intermedio para el descanso.

3. La pendiente dependerá de la longitud. Para rampas de 3 metros el desnivel será inferior al 10 %. El desnivel disminuirá al 8 % en el caso de que la rampa tenga un tramo de los 3 a los 6 metros. Será inferior al 6 % si el tramo es de 6 metros. Es muy importante que el suelo sea antideslizante para evitar problemas mayores.

Rampas sin necesidad de obras

Es paradójico pensar que, para algunas personas, su propia casa es el primer obstáculo. Muchos de los hogares tienen escaleras en la entrada, un escalón insalvable o cualquier otro impedimento que dificultan la movilidad. Se piensa que es muy caro adecuar la entrada a las necesidades de las personas que van en sillas de ruedas; sin contar el tiempo que llevaría realizar la obra y el quebradero de cabeza para contratar albañiles y conseguir los respectivos permisos. La solución es una rampa de accesibilidad.

Su instalación es sencilla, y su coste es mucho más barato que si se acometiese cualquier obra. Las rampas posibilitan el derecho de todo el mundo con movilidad reducida a acceder a cualquier espacio. Cumplen con la normativa vigente, se instalan rápidamente, se adecuan a cualquier lugar y es la solución más rápida y económica que se puede encontrar.

Son también una solución para los edificios de vecinos en los que no existan accesos para minusválidos, o en zonas interiores del edificio como vestíbulos, pasillos y huecos de paso. También se pueden instalar en zonas exteriores como jardines, piscinas, y escaleras. En definitiva, las rampas ofrecen una universal accesibilidad a una vivienda, un derecho que tiene que ser para todas las personas.

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